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LA ESTIGMATIZACION DE LA PANDEMIA Y LA DISCRIMINACION SOCIAL

Desde que el brote del COVID-19 surgió a fines del 2019, nace una conducta de miedo, temor, inestabilidad social-económica-política afectando paulatinamente la vida de las personas, el entorno en el cual se vive. Dando lugar a serias actitudes de discriminación en materia de derechos humanos. La pandemia por la COVID-19 está provocando un serio desafío no solo en tema salud, sino también; en la conducta psicológica de la persona que estuvo expuesta a la enfermedad y tiene que mantenerse aislada.

El temor al contagio lleva progresivamente a ataques contra las personas que por diferentes razones se exponen al virus (colas en mercados, bancos, tiendas, espacios laborales, ascensores, uso de moneda, billetes, etc.). La desconfianza crece y se enraíza en nuestras vidas con mucha más fuerza, dejando de ver al “otro “como un ser humano con deberes y derechos, siendo indiferentes con el “otro” sin considerar sus sentimientos, las emociones que debe enfrentar en todo el proceso de su tratamiento y recuperación; también tendrá que enfrentar el aislamiento y separación de sus familiares; en ocasiones la familia inicia el proceso de discriminación observando al “otro” con miedo, afectando la salud mental del paciente.

Algunos estudios demuestran que esta conducta de discriminación hacia el “otro” causa la “estigmatización” por miedo a ser infectado. En algunos casos el temor da lugar a amenazas contra los lugares de trabajo, entre compañeros de trabajo, entre el empleador y el empleado, privándoles de sus derechos laborales por los días de aislamiento. Al “otro” se le priva de conversar, para evitar ser contagiados debido a su situación. Todos estos incidentes afirman que, en tiempos de crisis, incertidumbre, la gente tiende a buscar un aliado para desahogar sus frustraciones, preocupaciones y miedos.

¿De qué manera nos despojamos de aquello que es desconocido, de aquello que vuelve locos a los médicos porque cada paciente presente un síntoma distinto? ¿de qué manera dejamos de ser discriminadores y sensibles ante una problemática de salud pública a nivel mundial? A nivel regional, se debe iniciar con campañas de información, sensibilización, solidaridad ciudadana y contribuir a cambiar las actitudes de las personas hacia el “otro” portador del virus. Esta intervención es clave para mejorar la salud-autoestima y volver a incorporarse a la sociedad. Algunos testimonios de personas que convivieron con esta enfermedad mencionan lo siguiente y se guarda su identidad por respeto a cada una de ellas:

“Cuando me enteré que tenía COVID-19 me sentí mal, mi familia me trataba como un animal, me dejaban la comida en la puerta de mi cuarto, con asco creo…, mis amigos…ya no tenía amigos, me tenían miedo, no me llamaban”


“Yo no pensé que tenía COVID-19, hice mis cosas de siempre, me iba a correr, pero de pronto un día mientras corría mis pulmones, sentía que se iban a reventar, yo me asusté y me fui al hospital para que me hagan la prueba, el resultado positivo, todos nos contagiamos en la casa, pero siempre nos preguntábamos dónde nos contagiamos, por mis padres que son de la tercera edad y tienen una enfermedad, fuimos y seguimos siendo aún más cuidadosos, pero nos infectamos. Al enterarse que estábamos mal, nadie vino a visitarnos por tres meses, eran indiferentes…sentí que esta enfermedad era peor que la lepra


“En mi trabajo cuando les dije que posiblemente me infecte, porque recién me daban los resultados por la tarde, mis compañeros de trabajo empezaron a discriminarme, empezaron a preguntar con quienes estuve conversando y fumigaron la oficina, yo no digo que está mal, sino la actitud de cada uno es doloroso, es cierto que estamos ante una enfermedad rara y cada día una persona con COVID-19 tiene un síntoma nuevo, al caminar piensas que el solo rose de una persona con otra puede ser causa para tener COVID-19.


“En una ocasión yo comentaba con mi compañera de trabajo por teléfono que uno de mis parientes había fallecido por COVID-19, la respuesta de mi compañera de trabajo fue inmediata…entonces todos en tu casa deben tener COVID -19 y me corto la llamada…me sentí muy mal…en lugar de ser sensibles, solidarios con lo que se está viviendo, esta enfermedad no discrimina, cuantos están muriendo en Abancay….nos olvidamos que somos seres humanos y debemos de apoyarnos, pero no debemos de actuar así con indiferencia, que miren al “otro” como un extraño, creo que el SIDA es mucho más mortal que esta enfermedad”.


Estos testimonios nos demuestran la situación en la que estamos viviendo, olvidando algunos valores como la solidaridad, la reciprocidad, estilos de vida practicados pero olvidados en el tiempo y en el espacio. Nuestra región Apurímac está pasando por una situación difícil con esta pandemia, a nivel nacional se ve reflejada la brecha en salud que tenemos a nivel mundial. El colapso de nuestro hospital, de ESsalud…las muertes que a diario se ven por las calles…deberían tocar nuestros corazones y almas, no solo de nuestras autoridades que permanecen ajenas a esta realidad, sino de todos nosotros y nosotras como sujetos de derechos, deberes y responsabilidades.

La nueva realidad del teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas requieren tiempo para acostumbrarse. Adaptarnos a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de contraer la COVID-19, resulta especialmente duro, porque cada día es una incertidumbre, afectando nuestra salud mental. Afortunadamente, son muchas las cosas que podemos hacer para cuidarnos y protegernos, fuera de nuestros hogares hay personas que nos necesitan seamos humanos, somos una comunidad.

Nuestras autoridades tienen la obligación de sensibilizar, informar a la población en coordinación con el sector salud, medios de comunicación y realizar campañas para curar las heridas de las familias que perdieron a sus seres queridos en estos tiempos de pandemia. Seamos sensibles, humanos con nuestros semejantes, nadie sabe lo que pueda suceder mañana, tal vez seas tú o yo; informarnos es lo más sano.


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